sábado, 12 de febrero de 2011

Inicios II

Cómo había comentado anteriormente, tras la rotura del manillar de mi Conor me planté en Valbuena para comprar una nueva montura. Después mirar lo que había y valorar el presupuesto me decidí por una Specialized Stumpjumper doble. Quizás sea la bicicleta que menos me duró. Continuaron las salidas por Collserola con mi nueva máquina plateada. El nivel, de sábado en sábado, iba subiendo y un día decidimos federarnos. Cómo ya teníamos relación con la gente de Valbuena fuimos a la tienda a informarnos y acabamos apuntados a su Club. En esa época corrí mi primera marcha, que coincidió con la I Marxa de Castelldefes Valbuena. En esta ocasión sólo hicimos el recorrido corto.
Las salidas de sábado en sábado se convirtieron en sábado-domingo. Poco a poco  y por diferentes motivos, nivel, gustos a la hora de elegir rutas... el grupo se acabó desmoronando y Alfonso y yo pasamos a salir los dos días con nuestro nuevo club. Rápidamente mi nivel fue mejorando y pasamos a correr diferentes marchas. Aquí conocí a Manel, Sergio  (mi actual compañero de batallas), Kolbe, Javi, Alberto... A muchos de estos compañeros les gustaba bajar y pude comprobar que las prestaciones de mi máquina no eran las adecuadas para esos menesteres. Coincidiendo con la adjudicación de la plaza ganada en las oposiciones decidí comprarme una specialized enduro sworks. Ese verano estuvimos saliendo por las mañanas a las 6:30 antes de abrir la tienda dónde trabajaban mis compañeros y no parábamos de recorrer las trialeras de la zona. El punto álgido llego con las subidas a La Molina y Vallnord para realizar descensos. Por supuesto habíamos comprado todo el equipo, Peto, casco integral, coderas, rodilleras... Disfrutáramos bajando.
Con el tiempo, y a medida que mi nivel fue aumentando encontré otra forma de disfrutar de la bici. Las subidas. Alfonso y yo empezamos a distanciarnos, aún nos sé cómo...  empezó a dejar de salir con el grupo. Kolbe y Javi ya no salían con tanta frecuencia y me fui acercando mucho mas a Manel y Sergio, a los cuales les gustaba subir. De esta forma cambié el peto, casco integral, rodilleras... por ruedas de 1.9 modificaciones en potencia, manillar para conseguir que mi enduro fuese un poco más racing. Acababa todas las marchas con dolor de espalda al intentar ir rápido con una bicicleta no fabricada para ello.
Para coger fondo la gente del Club empezó a salir entre semana con bicis de carretera, el lado oscuro cómo llamaban algunos, por lo que acabé comprando una Cannondale de carretera para poder salir con ellos. Una cosa llevó a la otra y Manel y Yo acabamos inscritos en la Quebrantahuesos 2006. A esas alturas ya no salíamos con la gente del Club en carretera. No preparamos la prueba de una forma específica, es más seguíamos realizando la mayor parte de las salidas en BTT, excepto algún día entre semana, que salia con Gaspar, un compañero de trabajo por las mañanas.
Para probar una distancia larga nos apuntamos a la Marathon de los Monegros que se corría un mes antes. Durante la prueba, realizada con la enduro acabé con muchos problemas de espalda. Incluso tuve que parar y tumbarme un buen rato. No había escarmentado. El año anterior también realice la Selenika en la que a partir del km 60 el tío del mazo se subió conmigo y a duras penas pude acabar. Gracias a Alberto por acompañarme en todo momento. Al finalizar decidí que no estaba preparado para correr la Quebrantahuesos y decidí parar hasta recuperarme de la espalda. Durante ese tiempo Manel me insistía para ir, insistía en que estaba preparado. El fin de semana anterior me convenció para hacer una Costas (Carretera de Castelldefels a Sitges)  y probar sensaciones. La verdad, para haber estado casi un mes parado no me encontraba mal y cómo me sabía mal dejar colgado a Manel acabé en la salida de Sabiñanigo, prevía noche durmiendo en el parking de la salida en una furgoneta.
Ni Selenika, ni Monegros... ¡no recuerdo un día peor sobre la bici....!
Con Manel habíamos pactado realizar todo el recorrido juntos, eso que se dice siempre, y en este caso él quería cumplirlo. Salimos juntos, intentando no perdernos entre la marabunta de corredores. Coronamos el Somport juntos, dónde descansamos para hacer unas fotos. Estaba lloviendo y la bajada del Somport estaba algo peligrosa, avisé a Manel del peligro y empezamos a bajar. Ya os había dicho antes que algunas personas deben tener un fallo de sinapsis en sus neuronas a la hora de bajar. Bien, yo soy una de ellas. Sin darme cuenta fui cogiendo velocidad y perdí a Manel en la bajada. Con la bici no te das cuenta de la velocidad que llevas hasta que necesitas parar. En plena bajado empezaron a aparecer banderas rojas, coches de policía Francesa, Bomberos... Pasé como pude. La velocidad que había registrado el cuenta era de 92 km/h. Estuve esperando a Manel un buen rato hasta que llegó. Ese año hubo un desgraciado accidente en la Marcha. Continuamos juntos hasta el Marie Blanque. Aquí ya me empezaron a abandonar las fuerzas y en sus kilómetros finales hice un sobre esfuerzo para no poner pie a tierra. A partir de aquí se acabó todo.  Manel subía con mucha agilidad y quedamos en vernos en la cima, en el cartel de altimetría. Cuando coroné no había cartel. Había mucha gente. Yo había tardado muchísimo en realizar esos 4 kms, la gente iba más rápido andando que yo pedaleando, por lo que al no ver a Manel pensé que se había ido. No fue así, en fotos panorámicas posteriores realizadas por Manel se me ve coronando entre la muchedumbre.. Al no verle decidí ir a cazarlo en la bajada. Bajé lo más rápido que pude sin parar a recuperar y esto acabó con las pocas fuerzas que me quedaban. Desde aquí al final, me arrastré para llegar, sólo el orgullo me impedía poner pie a tierra. La subida al Portalet 30 kms se hizo interminable. Llovía, cuando decidía que pararía en el siguiente puente, éste estaba lleno de gente y ¡Cómo me iba a parar!. De la subida a la Hoz ni me acuerdo. Será un mecanismo de defensa. Al final 8 horas 31 minutos. Más de la mitad solo. Manel llegó por detrás, el pobre iba haciendo fotos esperándome.  
Comimos nos montamos en la furgoneta y para casa. Camino casi sin hablar. Llegué a casa deje la bicicleta tal y como estaba tras la lluvia en la terraza y no volví a tocarla en un año más o menos.

En la siguiente entrada explicaré mi reencuentro con las dos ruedas, así llegaremos a la actualidad.

Nos vemos.



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